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Los autónomos y sus inconvenientes

Cada mañana cuando se levanta, un autónomo tienen que lidiar con todos los problemas propios de las PYMES y microempresas pero, además, cuenta con sus propias dificultades derivadas de su mayor aislamiento y de un menor acceso a recursos financieros, humanos y técnicos, lo que perjudica a su competitividad y le exige un sobreesfuerzo para mantener su actividad en marcha (ya se sabe que el autónomo nunca se pone enfermo ni tiene horario, por ejemplo).

Desde el punto de vista de la Seguridad Social, la cotización al régimen de autónomos presenta la aparente ventaja de su menor coste con respecto al régimen general, pero ese menor coste va asociado a bases de cotización bajas y, por lo tanto, a prestaciones exiguas.

Además, el hecho de que la cuota de autónomos sea un coste fijo y no esté vinculada al volumen de ingresos, puede convertirse en un obstáculo importante en el inicio de la actividad, cuando se obtienen ingresos bajos o cuando se desarrolla la actividad de forma puntual u ocasional. Las bonificaciones pueden mitigar este efecto, pero son temporales y están sometidas a una serie de requisitos que no siempre las hacen accesibles.

Desde el punto de vista fiscal cabría señalar dos grandes obstáculos en el camino del autónomo. De un lado, el hecho tener que adelantar el IVA a Hacienda, incluso cuando no se ha cobrado la factura, supone un esfuerzo no pequeño para muchos autónomos. El IVA de caja, creado para solucionar este problema, no ha tenido gran éxito y, además, no asegura retrasar el pago del IVA hasta el cobro de la factura.

Por otra parte, es innegable que muchos autónomos utilizan para su actividad económica su vehículo, su teléfono, su conexión a Internet, su vivienda y otros elementos susceptibles de uso tanto particular como profesional. Pues bien, Hacienda es absolutamente restrictiva, sino frontalmente negativa, a admitir la deducibilidad de esos gastos. Se exige al autónomo que acredite de forma positiva que ha incurrido en esos gastos como consecuencia de su actividad, lo cual resulta en la mayoría de las ocasiones imposible o requiere un esfuerzo tan grande que no compensa.

Finalmente, otro gran riesgo del autónomo es que en caso de que la actividad vaya mal y genere deudas o responsabilidades (con trabajadores, proveedores, bancos, Hacienda, Seguridad Social…), responderá de ellas con todo su patrimonio personal, presente y futuro, incluida su vivienda habitual. Nuevamente, la solución aportada para este problema, el emprendedor de responsabilidad limitada, tampoco ha cuajado.

No obstante, no todo son problemas; al menos eres tu propio jefe.

 

 

 

 

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